Mientras Racing figura internacionalmente, el amargo momento que celebra el Rojo

Un día como hoy, pero de 2013, el fútbol argentino vivió una de las jornadas más recordadas de su historia: el descenso de Independiente a la segunda división. El equipo segundo equipo de Avellaneda, eterno rival de la Academia, no pudo evitar la caída ante San Lorenzo y se sumó a la lista de los grandes que perdieron la categoría.

El partido se jugó en el estadio Libertadores de América, con los hinchas del Rojo que alentaban con desesperación evitar la caída. Sin embargo, el gol de Ángel Correa a los 18 minutos del primer tiempo fue un baldazo de agua fría para el conjunto dirigido por Miguel Ángel Brindisi. A pesar de los intentos por empatar, Independiente terminó sucumbiendo ante la impotencia y la desazón.

El pitazo final del árbitro, Diego Abal, desató el llanto y la bronca de los fanáticos del Rojo, que no podían creer lo que veían. Algunos insultaron a los jugadores y a los dirigentes, otros rompieron las butacas y arrojaron objetos al campo de juego, y otros se abrazaron entre sí buscando consuelo. La policía tuvo que intervenir para evitar incidentes mayores y resguardar la seguridad de los protagonistas.

El descenso de Independiente fue el resultado de una profunda crisis que venía arrastrando el club desde hacía varios años. Con una enorme deuda económica, una mala gestión dirigencial y una serie de malas decisiones deportivas, el equipo fue perdiendo protagonismo y prestigio en el ámbito local e internacional. Además, sufrió la presión de sus rivales, especialmente de Racing.

¿Cuánto tiempo pasó?

Diez años después, Independiente intenta recuperar su grandeza y su identidad. Tras ascender en 2014, el equipo esta atravesando otra crisis económica, institucional y deportiva. En el torneo viene de un pésimo rendimiento. Tiene 21 puntos en la tabla y está en el puesto 22, a tan solo cuatro unidades del último lugar que desciende, que lo ocupa Arsenal.